miércoles, 30 de junio de 2010

Las vuvuzelas, otro asunto polémico en Sudáfrica


Los Inchas frente a los televisores, en muchas partes del Planeta, creyeron que aquel abejeo que se escuchaba, desde el primer día del Mundial de Fútbol, era resultado de una interferencia tecnológica en la transmisión. Luego, la incógnita fue develada: la vuvuzela, un antiguo instrumento africano, era la causa de aquel "desorden".
Si al televidente le era difícil concentrarse para escuchar un partido, imagínese a los jugadores. Muchos protestaron, incluso algunos equipos adujeron sus derrotas al impertinente sonido. Sin embargo, el Comité local de organización del Mundial había sido claro: se trataba de un "símbolo del torneo" al cual no se renunciaría a no ser, salvo en casos muy puntuales, por razones de seguridad. De manera que uno de los certámenes más importantes de la historia deportiva ya llega a cuartos de finales con esa terrible agresión auditiva. Para que se tenga una idea clara; mientras el motor de un avión, al momento del despegue, desarrolla unos 130 decibelios, una simple vuvuzela, ejecutada a corta distancia, alcanza unos 127.
Según Trevor Cox, presidente del Instituto de Acústica e Ingeniería de la Universidad de Salford, en Reino Unido, esta especie de estridente trompeta se toca sacando la lengua y exhalando en la boquilla al mismo tiempo. En un solo segundo los labios se mueven, aproximadamente, 235 veces, al enviar aire a través del tubo que provoca una resonancia en la abertura cónica. Tocada en solitario, y de modo pausado, puede resultar agradable. Su sonido recuerda al del cuerno de casa. El asunto está, entonces, en la manera sin concierto en que la utiliza la afición futbolera, sin hacer buen uso del aire ni poseer conocimientos sobre el instrumento, de modo que el resultado es ese molesto zumbido que se ha convertido en banda sonora del acontecimiento. Al punto, una mujer sudafricana se rompió la garganta por la fuerza con que la tocó durante una competición, y, aunque no tuvo mayores consecuencias que reposo de voz y medicamentos, dijo que el médico se había reído mucho de ella y comentó que era su primera lesionada por tal causa.
Pero, vayamos un poco a su raíz. Vuvuzela es una palabra de origen zulú. "vuvu" significa "hacer ruido" o "baño de sonido". Originalmente, se fabricaban con estaño y ya, en 1978, se popularizaron durante el Mundial de Argentina, aunque no con tanta fiebre como ahora, hechas de plástico. Se dice que, aunque los fabricantes pertenecen a la firma Masincedane Sport Company, una iglesia evangélica de Shembe se adjudicó su paternidad desde 1910, de manera que amenazó a la FIFA y al comité organizador con una demanda judicial, lo cual devino en la firma de un convenio de división de ganancias sobre la venta.
¿Cómo se ha podido convivir con este ruido parásito durante todo el certamen? Ello ha sido un quebradero de cabeza para los ingenieros de sonido. Mientras la televisión pública checa, ante el reclamo de sus telespectadores logró colocar un filtro que atenúa al máximo el parásito ruido, los técnicos han tratado de regular el audio de las gradas a fin de que se escuche a los comentaristas deportivos, pero sin eliminarlo totalmente para que no se pierda el entorno sonoro de cada partido. Lo que constituye una tradición del país sede se ha convertido, para los especialistas en transmisiones, en una total pesadilla.
Pero el instrumento, además de ser un "entusiasta" aditivo a la Copa, se ha convertido en un importante un filón de oro para las empresas productoras. Se vende por millones no solo en Sudáfrica, sino en muchos países del mundo. La compañía Jiying Plastic Product Corp, ubicada en la provincia de Zhejiang, al este chino, ha promocionado 37 prototipos en todos los colores y tamaños. Pero, también, otros han sido los ganadores de esta "moda". Los vendedores de tapones de oídos no dan abasto y han declarado sus almacenes sin inventario.
Nombrados popularmente como los "Vuvu-stop", están siendo muy demandados por la afición que toca las trompetas, pero no quiere que afecten sus propios oídos.
En fin, que cuando pasen estos días y los entusiasmos y las paranoias se cuelguen en los escaparates espirituales de los hinchas hasta la próxima cita del fútbol, el recuerdo de las vuvuzelas será como el de esas divas que suben al escenario, en medio de aplausos y rechiflas, y a pesar de su gangosa y desafinada voz nadie las olvida, porque, al menos, pusieron una colorida nota en el espectáculo y nos hicieron olvidar por unos instantes lo difícil que es la vida; cuando el balón que de verdad debiéramos salvar se llama mundo y el gol que más se anhele debiera ser el de la fraternidad humana y la paz entre los pueblos que, a veces, ya no se da ni en los certámenes deportivos.

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