domingo, 4 de julio de 2010

Holanda, por el premio mayor


La Naranja Mecánica fue temida en los 70, donde quedó segunda en dos Mundiales consecutivos, parece volver. Su juego no es el derroche de equipo y virtualidad del pase que exhibía la Holanda de Cruyff, Neeskens y compañía. Pero su poderío es parecido y puede acabar en la final de este Mundial si elimina al sorprendente Uruguay.
El 7 de julio de 1974 la “oranje” se plantaba en el Olímpico de Múnich para medirse a Alemania. Una selección que había sorprendido al Mundo con su fútbol total, se medía a la rocosa “Mannschaft” con un ataque que aplastaba y una defensa que domaba el balón como el mejor medio organizador.
En frente de Holanda la anfitriona con Müller, Beckenbauer, Breitner, Hoeness, un equipo construido en base al poderío físico y a la calidad de muchos de su jugadores. El antiguo fútbol europeo se enfrentaba a las nuevas oleadas de alegría de los Países Bajos. Marcó Neeskens de penalti, eterno escudero de Cruyff. Empató Breitner, también de penalti, y remató la faena Müller antes del descanso. 1-2 a la media parte, Holanda perdía la gran oportunidad, no se sabía si volvería a pasar el tren.
En su piso de Barcelona, Johan Cruyff, el estandarte de Holanda, era atracado en presencia de sus hijos y de su mujer. Este hecho sumado a que estaba meditando dejar el fútbol, le hizo renunciar al Mundial de Argentina 78. Se dijeron muchas cosas alrededor de la decisión del “14”, pero nada bajó la sensación de que Argentina vestiría de naranja tras la final. Todo falló.
Una Holanda sin Cruyff se jugó la final del Monumental de Buenos Aires ante la Argentina de “el flaco” Menotti. Marcó Kempes y empató Manninga. Así se acabó el partido, pero en la prórroga volvió a aparecer Kempes y sentenció Bertoni. Holanda volvía a caer en una final y contra un anfitrión. Árbitros, partidos amañados… Muchos fueron los culpables que los “tulipanes” buscaron para dar crédito a esta nueva derrota, pero la única certeza es que estuvo en dos finales de forma consecutiva y no ganó ninguna.
El triunfalismo desapareció, pero no el seguimiento –Holanda es de las selección que más afición mueve–. Tras Alemania 1988 y el campeonato de Europa ganado por la selección de Gullit, Van Basten y Rijkaard, los tres del Milán. Volvieron hacer a la “Naranja” mecánica. El ambiente de triunfalismo se apoderó de los seguidores en el Mundial de Italia 90, volvía el fútbol total y esta vez se podía ser campeones, había equipo y dos balones de oro. Pero tras una primera fase sin pena ni gloria, Holanda cayó en octavos contra Alemania, que sería campeona, y la “naranja mecánica” olvidó sus orígenes.
Ahora, en tierras africanas y de la mano de Sneijder, la “oranje” vuelve a matar. Ha eliminado a Brasil y buscará la final ante Uruguay. La historia le quitó a Holanda los Mundiales del 74 y el 78, con alguna que otra vergüenza arbitral. En 1990 falleció la ilusión “oranje”. 2010 puede ser le año en el que todo resurja. Holanda comienza a ser la competitiva selección que estuvo a punto de ganar dos mundiales y apunta a que a la tercera puede ir la vencida.

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